La Leyenda de la Piedra del Dragón

En la antigua China, el jade era considerado un don sagrado, fruto de la armonía entre el Cielo y la Tierra. Su belleza y pureza lo convertían en símbolo de virtud, sabiduría y nobleza.
De entre todos los jades que alguna vez brillaron en el imperio, ninguno igualó la fama del Jade He. Su historia se remonta al año 700 a.C., cuando un hombre llamado Bian He, oriundo del estado de Chu, presenció una visión extraordinaria: un majestuoso fénix sobrevolaba el pico de lo que hoy es la reserva montañosa de Shennongjia. En la mitología china, se creía que estas aves sagradas sólo descendían sobre lugares donde yacían tesoros ocultos.
Movido por la señal celestial, Bian He escaló la montaña y, tras una búsqueda cuidadosa, encontró una piedra enorme con el corazón resplandeciente: era jade en bruto. Convencido de su valor, la llevó al rey Li de Chu. Sin embargo, el joyero del palacio desestimó el hallazgo, declarando que era una simple roca sin valor. Furioso, el rey acusó a Bian He de embustero y ordenó amputarle el pie izquierdo.
Años después, cuando el rey Wu ascendió al trono, Bian He volvió a presentar su piedra, solo para recibir el mismo juicio... y perder también el pie derecho.
Finalmente, bajo el reinado del rey Wen, Bian He se presentó una vez más ante el palacio. Durante siete días y siete noches, permaneció llorando amargamente frente a sus puertas. Al enterarse, el rey Wen envió emisarios a preguntarle por qué sufría con tanta intensidad, si perder los pies no era considerado un castigo severo en aquella época.
Con voz rota, Bian He respondió:
—No lloro por mis pies perdidos, sino porque mi tesoro fue tomado por una vulgar piedra… y yo, un hombre leal, he sido tratado como un mentiroso.
Conmovido, el rey ordenó tallar la piedra. Al partirla, un jade puro y resplandeciente emergió de su interior, deslumbrando a todos los presentes. En honor al coraje, fidelidad y perseverancia de Bian He, aquel jade fue nombrado Jade He, y con el tiempo sería conocido como la Piedra del Dragón.